Una de las muchas cosas que hace emocionante el Algarve son las
sorpresas que con frecuencia te depara este territorio. Cuando menos te
los esperas, en cualquier excursión o escapada, te topas con un rincón
único, un paisaje maravilloso, un pueblo encantador o una persona que te
descubre algo nuevo de esta región lusa tan versátil. Así ocurrió con
el Festival Obrigado hace ya dos años, aquel día que llevamos a nuestros
amigos a conocer el Sitio das Fontes y la bodega Quinta dos Vales en el
pueblo de Estômbar, muy cerca de Lagoa. El festival, que
pretende ser un intercambio y a la vez una muestra de las diferentes
culturas de las distintas nacionalidades que residen en el Algarve,
coincide cada año en su último día con la jornada de puertas abiertas de
Quinta dos Vales, que se desarrolla el primer domingo de octubre. Dos
eventos que hacen irremediable el viaje a Estômbar en estos primeros
días del otoño.
Durante años habíamos frecuentado Estômbar, un
pequeño pueblo cercano a Lagoa y Portimão del que éramos asiduos gracias
a O Charneco, una típica taberna junto a su iglesia, donde era y es un
lujo comer. Charneco es uno de esos personajes populares en todo el
Algarve, un hombre simpático, que regenta desde hace años uno de los
espacios gastronómicos que merece la pena conocer. Estômbar tiene además otras dos joyas: la bodeda y hotel Quinta dos Vales y el paraje natural de Sitio das Fontes.
Un idílico paraje con una
piscina natural, escenario de muchos eventos culturales, entre ellos el
Festival Obrigado, que aquel día tuvimos la suerte de descubrir y de vivir. Una cita que, durante
tres días, de viernes a domingo, provoca un verdadero desembarco de
artistas, artesanos y creadores del Algarve que acuden hasta aquí desde diferentes puntos para
mostrar sus creaciones y su talento.
Aquel día, entre los caminos de tierra,
entre los arbustos, higueras y olivos, donde otras veces habíamos paseado casi en soledad, se habían instalando pequeños tenderetes de
deliciosos pasteles, creps, helados y confituras artesanales, bordados,
artículos de reciclaje… Una especia de feria improvisada en medio del campo, donde todo lo que se mostraba era delicioso.
Junto a la gran pisicna natural a lado de la marisma, donde los niños no dudaron ni un momento en tirarse a agua, un viejo camión de bomberos ponia un punto retro y divertido a aquel paisaje.
En la otra orilla, junto al parque infantil y la zona donde siempre nos refugiamos para echar la siesta, los niños paseaban en burro y varios stands daban a conocer alguna de los paquetes turísticos del Algarve: el zoológico de Algoz, los viajes en barco por las calas algarvías u otras aventuras más arriesgadas.
El particular sosiego de este maravilloso lugar se veía interrumpido por la música improvisada de algunas de sus artistas. Un soniquete melodioso, que propiciaba un rico sueño frente al agua aquella hora de la tarde.
La verdad es que no le sentaba nada mal al Sitio das Fontes aquel cambio de aspecto: con las haimas para refugiarse del calor y tomar el té y aquel zoco tan multicultural, lleno de tentaciones, como aquellla espectacular tarta de 'don rodrigo', que acabamos terminando.
A la espectacular belleza natural del 'sitio de las fuentes' se unía la música en su anfiteatro
al caer la tarde, por el que iban desfilando artistas de estilos muy dispares y nacionalidades diferentes.
Fue un día inolvidable, quizá el mejor elegido al azar para dar a conocer a nuestros amigos aquel lugar. Una tarde especial de otoño para grandes y pequeños, donde el calor del sol se
resistía a despedirse a pesar de que el mes de octubre ya estrenaba su
primera semana
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