El reencuentro con el hotel Tivoli Carvoeiro



¿Cuál es mi hotel favorito en el Algarve? Esa es una pregunta recurrente, pero también difícil y comprometida de contestar. Hay muchos nombres que se me ocurren para responder, pero hay uno muy especial por su vinculación a mi vida, a los recuerdos más gratos con mis amigos y familia, y por su maravillosa ubicación difícil de superar, ese hotel es el Tivoli Carvoeiro que acaba de renovar sus instalaciones sin perder el encanto que siempre tuvo.

En un lugar del Algarve, de cuyo nombre no quiero olvidarme, se esconde en un precioso acantilado uno de los hoteles más bonitos del sur de Portugal con una maravillosa piscina encastrada entre las falesias y suspendida sobre el mar.


Fue esa minúscula Praia del Vale Covo, entre las playas de Carvoeiro y la de Centeanes, la primera cala que conocí del Algarve; ese pequeñito arenal frente a una gran gruta abierta en el acantilado donde las olas golpean de manera incesante la piedra creando una melodía que propicia el sueño en sus tumbonas.


Hasta aquí me trajo en el año 1997 mi amiga Belén con una super oferta de su agencia de viaje para pasar aquella Semana Santa en el hotel Tivoli Almansor, un lugar encantador decorado con esas lindas cerámicas de Lagoa, y en donde se imponía tenía la costumbre de agasajar a sus huéspedes con un rico aperitivo en la terraza de su bar frente al Atlántico.


Aquello fue amor a primera vista, aunque el viaje fue largo porque la autovía do Infante no estaba aún terminada, la tardanza mereció la pena; desde aquel día convertimos este hotel y Carvoeiro en una segunda casa para las vacaciones y las escapadas. Aquí empezó nuestra historia con el Algarve.


El hotel cerró sus puertas en 2016 para llevar a cabo una reforma de todas sus instalaciones y ahora hemos vuelto con una enorme curiosidad por ‘redescubrir’ un hotel que sentimos como algo muy nuestro. Con una sensación que unía la ilusión con el miedo a la decepción abrimos una de las puertas de cristales de la recepción para reencontrarnos con nuestro hotel. La primera novedad, el cambio de la recepción del fondo a un lateral ya había sido un acierto, porque dejaba ver nada más entrar ese azul tan bonito que tanto el cielo como el océano suelen tener por aquí.


En líneas generales el hotel se ha vestido con un diseño de líneas minimalistas, con colores neutros, blancos, grises y azules; con muebles modernos con alguna inspiración colonial, sin excesos de adornos, aunque como recuerdo sigue presente la cerámica en el hall, aunque, ahora, poco o nada tenga que ver con aquellos lebrillos de flores coloridas.


El aspecto es distinto, sin duda más actual, y acorde con la elevación a la categoría de cinco estrellas que se ha ganado tras la renovación, sin embargo la estructura del hotel es idéntica. Todo está donde estaba aunque su semblante sea diferente.


Nos dieron una habitación maravillosa en la primera planta, yo me afanaba en asegurar que, coincidencias de la vida, era la misma en la que mi hijo pequeño celebró su primer cumpleaños, pero ya no estaban aquellos cabeceros de mimbre, ni colchas de flores. Aquel dormitorio se ha convertido en un precioso cuarto con el baño integrado en el mismo a través de cristaleras.


Una cómoda habitación en la que las vistas desde la cama al mar y el acantilado acaban ganando a la del gran televisor sobre la pared.


En cualquier lista que haya en el mundo de ‘hoteles con vistas’, con ubicaciones especiales, tiene que estar el Tivoli Carvoeiro, porque lo más impresionante e imponente de este hotel no deja de ser ese paisaje frente al mar que se cuela en la montaña. Y sigue siendo un lujo esa piscina exterior, rodeada de jardines, donde una escalinata te baja a una playa minúscula y escondida.


Y continua siendo un privilegio esos cafés o aperitivos en la terraza del bar, o ese suculento y variado desayuno tras los cristales de su restaurante.


Pero hay más, porque el hotel se ha querido acercar aún más al cielo habilitando en su tejado una terraza veraniega, el Sky Bar, que ha entrado a formar parte de los locales de cócteles más famosos de todo el país durante el verano.


Continúa en el hotel la piscina cubierta para refugiarte esos días de invierno y ahora también una spa propio con una extensa oferta de tratamientos, junto al gimnasio.


Siento nostalgia por aquel viejo Almansor, pero me encanta también el nuevo Tivoli Carvoeiro, porque en el fondo no queda otra que ‘renovarse o morir’.


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