Playas de Sagres, el fin del mundo



En medio de los dos puntos más al oeste del sur de la península ibérica, entre la punta de Sagres y el Cabo de San Vicente se esconden, bajos vertiginosos acantilados, playas de ensueño. Son calas frecuentadas por los aficionados a 'coger olas', donde la inmensidad del océano a tus pies te hace sentir insignificante y a la vez privilegiada por poder disfrutar de un lugar único, considerado como Reserva de la Biodiversidad. Son impresionantes los paisajes de la naturaleza en una costa donde el océano y la tierra parecen estar librando una continua y preciosa batalla.


Uno de los espacios con más misticismo de la Península Ibérica está en el Algarve. Desde los tratados de geografía del griego Estrabón, o quizá mucho antes, el tramo comprendido entre la fortaleza de Sagres y el Cabo de San Vicente se ha considerado como el Promontorio Sagrado; un enclave lleno de leyendas, de supersticiones, de miedos. Este tramo de la costa sur más occidental se marcó en los mapas como el fin del mundo durante siglos.


Si no tienes vértigo y eres capaz de asomarte y recorrer la cima de los barrancos de hasta 50 metros de altitud que bordean este tramo de costa, te darás cuenta que, con estas espectaculares vistas infinitas del mar, era lógico pensar que el 'finisterra' estuviera en el Cabo de San Vicente, donde hoy justo está el farol.


No soy nada supersticiosa, pero este territorio despierta magia y misterio; es fácil dejarse embaucar por las leyendas y creer que entre este mar y estas rocas gigantes y rudas pudieran descansar los dioses de la antigüedad.


En una visita al barlovento algarvio siempre es inevitable una excursión hasta Sagres (Sacrum=lugar sagrado); no sé la de veces que hemos acompañado a amigos y familiares a conocer el faro, la fortaleza de Beliche, donde coincidimos con una famosa actriz en su antiguo restaurante, y, por supuesto la fortaleza de Sagres.


O la de veces que hemos venido hasta esta punta del Algarve a comer sus famosos percebes en las tabernas de Vila do Bispo. Sin embargo, pocas veces hemos disfrutado tanto de sus playas como en nuestro último viaje, donde estrenamos baños en Tonel, Beliche, Mareta y Martinhal, las playas de la costa meridional de Sagres.


La playa de Tonel es un gran arenal a los pies de la fortaleza de Sagres, resguardada, por altas rocas de la edad Jurásica. La verdad es que el aspecto de las rocas esculpidas de los acantilados de acceso, recuerdan a las extremidades de aquellos míticos animales.


Como imaginar es gratuito, se me dispara la fantasía y pienso que aquel trozo de playa fue consecuencia de la pisada a la montaña de uno de esos gigantes reptiles o quizá fue el resultado del bocado de una gran ola de aquel el tsunami que azotó las costas con el terremoto 1755.


Aquel terrible día para la península cuentan algunos que las montañas se partieron y sus trozos se desparramaron por el mar, como ese islas rocosas en la playa de Tonel.


A esta playa se accede desde una carretera asfaltada que parte desde la vía de acceso a la fortaleza, aunque también tienes una escalera junto a la carretera que va hasta el cabo de San Vicente. La misma carretera que tienes que tomar para ir a la cala de Beliche y su fortaleza.


Tonel es realmente impactante, tumbada en la toalla o tomando un refresco en su chiringuito, te deslumbra el paisaje maravilloso. Desde allí abajo se divisa la fortaleza en un extremo y el faro diminuto en el otro y entre ellos ves los barcos que vienen y van hacia África.


No muy lejos de Tonel está la cala de Beliche, a algo menos de tres kilómetros siguiendo la carretera N-268 que te lleva hasta el Cabo de San Vicente. Un cala amparada de los vientos por altas montañas y la que accedes bajando una larga escalera.


Los altos acantilados, tapizados de verde por los arbustos y rodeados de senderos para captar impresionantes fotografías desde los más altos, te hacen sentir resguardada del viento, en esos días de ventolera.


Beliche es una de esas calas molonas, que los surfistas hacen suya durante el día para sus acrobacias y durante el atardecer y la noche para la charla animada, la copa o la música.


La playa tiene en la parte superior un aparcamiento, debajo un bar incrustado en las rocas, hamacas para los más comodones y vigilancia para un baño tranquilo.


Otra playa meridional de Sagres es Mareta, a los pies de los jardines de Sagres y la estatua del infante D.Henrique, el promotor de la legendaria Escuela de Navegación en este lugar de Portugal y de la aventura marinera de los Descubrimientos.


Mareta es una playa mucho más amplía entre la fortaleza y la Pousada. Un bello tramo de la costa adaptado a las necesidades de los deportes acuáticos, pero también para tomar el sol y disfrutar de la playa con todos los servicios: vigilancia, aparcamiento, accesos, chiringuitos, hamacas…


En torno a los accesos a Mareta, los Jardines de Sagres y la plaza de la República se concentra la vida social de esta ciudad los hoteles, locales y restaurantes más ambientados y de moda : Mum's, Agua Salgada, Gigi, Dromedarios, Mareta boutique, Pau de Pita, Bossa Nova...


El pueblo de Sagres presume además de dos playas más en la zona meridional: la de Baleeira, un arenal más pequeño junto al puerto de pescadores y la de Martinhal, a uno dos kilómetros del centro de la ciudad, sobre la que se ha conformado uno de los resorts familiares más lujosos de Portugal.


La fisonomía de la tranquila y exclusiva Martinhal es bien distinta a las anteriores y se asemeja más a los grandes arenales de Lagos o Portimão con extensas y altas dunas y suaves colinas con pinares, aunque el elemento más carismático de su orografía son las islas rocosas frente a la costa que llevan su mismo nombre.


Entre Martinhal y la cala escondida entre rocas de la Playa dos Rebolinhos está uno de los hoteles más lujosos del barlovento, ubicado en una preciosa y tranquila urbanización, a la que accedes desde una carretera bien señalizada en la entrada de Sagres, atravesando el resort de imponentes casas, escondidas entre la vegetación para no dañar al paisaje.


En la playa encuentras aparcamiento gratuito, chiringuitos, bares, actividades deportivas, vigilancia…


La campaña de promoción de la Costa Vicentina afirma que estas playas son las más bellas y conservadas del sur de Europa y vaya que lo son. Por mucha gente que haya, aquí no existe la masificación y las playas siguen guardando ese aspecto salvaje tan atrayente.


Las aguas cristalinas de este litoral, las que fueron testigos de duros naufragios y escenarios de crueles batallas, son invadidas todo el año por los surfistas, que rivalizan en sus carreras sobre las olas, lo que causa más de una preocupación a los nadadores salvadores, que vigilan estas calas y aseguran un baño tranquilo.


El desembarco de surfistas en esta localidad le imprime un carisma muy diferente al resto de destinos del Algarve. Sagres, sin dejar de lado su impronta marinera y descubridora, es hoy la ‘Tarifa algarvia’ y eso se deja notar en el ambiente, las tiendas, los restaurantes…Todo está impregnado ahora por el mundo surfista.


Pero hasta el fin del mundo también llegan visitantes en busca de excelentes playas, de tranquilidad, de contacto con la naturaleza…Este territorio además ha sido siempre lugar de peregrinación de curiosos y aventureros. Y de eso también nos dimos cuenta en nuestro último viaje.


Aquella tarde en Tonel, David entabló una interesante conversación con Omar Allibhoy cuando ambas trataban de superar el contraste de la temperatura entre la arena y el agua y conseguir por fin darse un baño. Omar es uno de los chefs más mediáticos de Inglaterra, un cocinero español, fundador de la franquicia de restaurantes británicos Tapas Revolution, que había llegado a Sagres en bicicleta desde Lisboa y que descansaba en aquel arenal para emprender su nueva etapa hacia Lagos. Un agradable y atractivo personaje, un aventurero más, que no se resistía a conocer este rincón del sudoeste y, por supuesto, la cocina local, en la que seguro habrá descubierto algún matiz nuevo para sus recetas.


Para mí todas las playas del Algarve tienen algo de especial, pero las calas de la costa meridional de Sagres: Martinhal, Mareta, Tonel y Beliche tienen algo distinto, quizá sea por su propia orientación, por ese hechizo del lugar, el último rincón del viejo continente, donde la naturaleza se impone al hombre, sí o sí.


ALGUNAS PISTAS PARA TU VISITA POR SAGRES

-FARO DEL CABO DE SAN VICENTE. En lo que fuera el convento que escondiera las reliquias del mártir que le da nombre es hoy uno de los faros más importantes de Europa que merece una visita por varios motivos: su ubicación, sus vistas y sus impresionantes puestas de sol.

-FORTALEZA O CASTILLO DE SAGRES. Es uno de los Monumentos Nacionales del Algarve, una fortaleza defensiva desde el siglo XV. Se pueden visitar las antiguas dependencias, la capilla y los exteriores con una gran rosa de los vientos en el suelo. Precio de entrada 3 euros con varios descuentos.


-FORTALEZA DE BELICHE. Es otra de las fortificaciones defensivas situadas en la costa, entre la playa de Beliche y el faro, la vistas desde aquí de Sagres son impresionantes.

-PUERTO DE BALEEIRA. A pesar del turismo y del surf, Sagres continúa conservando un importante puerto pesquero; es un entretenido espectáculo contemplar la salida y llegada de los barcos de faena.

-MERCADO MENSUAL PRIMER VIERNES DE MES. Se celebra junto al mercado de abastos

-LA RUTA VICENTINA. Sagres es un lugar también privilegiado para los amantes del senderismo, de aquí parte o finaliza, según lo mires, la Rota Vicentina, 400 kilómetros de caminos por un entorno natural maravilloso.

-ZONA DE RESTAURANTES Y AMBIENTE. Los bares, restaurantes y tiendas se concentran en el entorno de la Calle Comandante Matoso. Comida tradicional y a buen precio la encuentras en Adega dos Arcos, Retiro do Pescador y Casa Carlos. Más elegantes y sofisticados son Mar a Vista, Vila Velha y Mum's, con una propuesta muy internacional. Comida rápida y con buen ambiente en Three Littlé Birds, The Hangout, Dromedario Bar o Bossanova.

-NO TE PUEDES PERDER LA PUESTA DE SOL EN EL CABO. La puesta de sol reúne en los meses de verano a cientos de personas que son testigos de un espectáculo natural único que pinta el cielo de diferentes colores. Cuando el océano se traga al sol, llega la hora de los deseos y los aplausos.

Publicar un comentario

0 Comentarios