Hay lugares que no puedes dejar de conocer si vienes al Algarve. La verdad es que son muchos, pero uno de ellos, de esos que te atrapan, es el Mercado Municipal de Loulé, sobre todo si la vista es, como solemos hacer nosotros, los sábados por la mañana. Es el momento de mayor bullicio, de efervescencia de esta ciudad, gracias al desembarco de los productores de pueblos como Querença, Alté o Salir que exponen las ricas y variadas mercancías de sus huertos en las calles aledañas del Mercado.
Loulé, como buena villa descendiente de los árabes, ha sabido conservar la herencia del ‘zoco’, de ese lugar de compras, de encuentro, de vida social que desde hace más de 100 años se concentra en su Mercado. ‘A Praça’, como la llaman ellos, es un llamativo edificio, de los más singulares y emblemáticos de todo el Algarve, fiel a la arquitectura musulmana.
La verdad es que la primera vez que llegamos hasta aquí, atraído por la cocina en vivo de un célebre chef televisivo, nos llamó la atención aquella construcción con sus particulares minaretes de color rojizo y una gran puerta, que bien podría ser la de una mezquita.
Cierto es que el arquitecto de este edifico consiguió lo que buscaba, que el Mercado desde 1.908 sea una seña de identidad de la ciudad y también un tributo a sus antepasados.
Es fantástica la llegada a Loulé los sábados por la mañana, nada más entrar a la ciudad, tras pasar las nuevas rotondas, ya se siente que algo especial está pasando. El ambiente, el gran trasiego de personas por sus calles, hacen que llegada al aparcamiento sea una especie de vía crucis.
El mercado está rodeado de calles peatonales que invaden desde las 7.00 horas y hasta las 13.30 horas los agricultores y productores con vistosas frutas y verduras, quesos suculentos, apetecibles enchidos (embutidos) y bonitas flores.
Entre estos tenderetes, cajas de maderas y mostradores improvisados nos llega el olor del omnipresente bacalao salado, el rey de la cocina portuguesa.
Este mercado callejero es una auténtica tradición de la ciudad, y, precisamente, para dejar constancia de la misma, en una de las calles laterales, se ha colocado la escultura de una vendedora con sus cestos.
En la puerta del Mercado de Loulé siempre hay pintorescas estampas: los caballistas paseando por la zona, la congregación usual de motoristas tomando el aperitivo en su cantina, algún acordeonista ocasional o la reunión de turistas expectantes por empezar su visita.
En el fondo del edificio del mercado se concentran los ‘frutos del mar’, un escaparate variopinto y sorprendente de pescados, muchos de ellos desconocidos para nosotros, y de suculentos mariscos de la Ría y del Atlántico.
Entre los imprecindibles carapaus y sardinas, sobresalen los percebes llegados de la costa de Sagres, las ostras de la isla de Culatra, la cañaillas de Farol, el buey de mar …Si no llevas nevera, acabas comprándola en los bazares cercano para llevarte algo.
Los primeros puestos que te encuentras tras cruzar el umbral principal del Mercado dan cuenta de una de los tesoros de esta tierra: los frutos secos y nuevas delicateses derivados de almendras, algarrobas e higos.
Los mostradores se llenan de galletas, irresistibles para mi hijo, sea la hora que sea, dulces caseros, ‘estrellas’, o nuevos productos que se preparan con los ingredientes del famoso ‘trio algarvio’, que nos hemos acostumbrado a usar en casa para las ensaladas o acompañar los quesos.
Loulé, como buena villa descendiente de los árabes, ha sabido conservar la herencia del ‘zoco’, de ese lugar de compras, de encuentro, de vida social que desde hace más de 100 años se concentra en su Mercado. ‘A Praça’, como la llaman ellos, es un llamativo edificio, de los más singulares y emblemáticos de todo el Algarve, fiel a la arquitectura musulmana.
La verdad es que la primera vez que llegamos hasta aquí, atraído por la cocina en vivo de un célebre chef televisivo, nos llamó la atención aquella construcción con sus particulares minaretes de color rojizo y una gran puerta, que bien podría ser la de una mezquita.
Cierto es que el arquitecto de este edifico consiguió lo que buscaba, que el Mercado desde 1.908 sea una seña de identidad de la ciudad y también un tributo a sus antepasados.
Es fantástica la llegada a Loulé los sábados por la mañana, nada más entrar a la ciudad, tras pasar las nuevas rotondas, ya se siente que algo especial está pasando. El ambiente, el gran trasiego de personas por sus calles, hacen que llegada al aparcamiento sea una especie de vía crucis.
El mercado está rodeado de calles peatonales que invaden desde las 7.00 horas y hasta las 13.30 horas los agricultores y productores con vistosas frutas y verduras, quesos suculentos, apetecibles enchidos (embutidos) y bonitas flores.
Este mercado callejero es una auténtica tradición de la ciudad, y, precisamente, para dejar constancia de la misma, en una de las calles laterales, se ha colocado la escultura de una vendedora con sus cestos.
En la puerta del Mercado de Loulé siempre hay pintorescas estampas: los caballistas paseando por la zona, la congregación usual de motoristas tomando el aperitivo en su cantina, algún acordeonista ocasional o la reunión de turistas expectantes por empezar su visita.
En el fondo del edificio del mercado se concentran los ‘frutos del mar’, un escaparate variopinto y sorprendente de pescados, muchos de ellos desconocidos para nosotros, y de suculentos mariscos de la Ría y del Atlántico.
Los mostradores se llenan de galletas, irresistibles para mi hijo, sea la hora que sea, dulces caseros, ‘estrellas’, o nuevos productos que se preparan con los ingredientes del famoso ‘trio algarvio’, que nos hemos acostumbrado a usar en casa para las ensaladas o acompañar los quesos.
Otro de los productos protagonistas en el Mercado, junto con los panes caseros y, por supuesto, los vinos, es el piri-piri.
Nunca antes había visto tantas versiones del famoso chile portugués, que incluso ya se aplica hasta las palomitas y los frutos secos.
En el Mercado de Loulé predomina sobre todo la tradición y el tipismo. Las mercancías más emblemáticas del Algarve y de todo Portugal se pueden comprar aquí, desde el gallo de Barcelos hasta una manta o botas de la Serra de Estrela, desde una bandera a una cesta o desde un paño de cocina a un rosario de la Virgen de Fátima.
Nunca antes había visto tantas versiones del famoso chile portugués, que incluso ya se aplica hasta las palomitas y los frutos secos.
En el Mercado de Loulé predomina sobre todo la tradición y el tipismo. Las mercancías más emblemáticas del Algarve y de todo Portugal se pueden comprar aquí, desde el gallo de Barcelos hasta una manta o botas de la Serra de Estrela, desde una bandera a una cesta o desde un paño de cocina a un rosario de la Virgen de Fátima.
Para nosotros hay dos tiendas especiales dentro del Mercado: Label Gourmet y 11 Gourmet. La primera de ellas, junto a una de las puertas laterales, está regentada por un carnicero francés de origen portugués, João Pedro, que ha convertido sus carnes marinadas en un producto gourmet del Algarve, que se venden además en el exclusivo supermercado Apolonia de Guía y Almancil. Su vitrina se llena con surtidos para las barbacoas ‘pintadas’ con un brillantes color naranja, rellenos de carne con ciruelas y frutos secos, rollo de carne con bacon o frutas…
En la otra fachada lateral se esconde 11 Loja Gourmet con puerta dentro y fuera del mercado. Una mercearia, de las primeras en abrir en el Algarve con este título, que se define como algo genuino y doy fe que es así. No es una tienda, es más. Un lugar decorado con antiguos objetos y muebles que te quieres llevar al salón de casa y donde no sólo te proponen comprar productos exquisitos y únicos, sino también compartir con amigos una copa de vino o un petisco o aprender algo nuevo de la identidad algarvia y lusa.
En 2008 la Cámara de Loulé recibió el Premio 'Cidades' de turismo de Portugal como reconocimiento a la intervención de su Mercado y la zona peatonal que lo envuelve. Y, no es para menos, la visita al Mercado es una de las mejores experiencias para el turista que visita el Algarve. Una experiencia genuina, única, repleta de sensaciones que ni a grandes ni pequeños dejan indiferente, por eso siempre volvemos.
3 Comentarios
MIÁ JOSHSHEEEE QUE HAMBRE!
ResponderEliminarAdoro ese mercado y especialmente los días del Festival de Loulé, el ambiente es ya inmejorable.
ResponderEliminarA qué fiesta se refiere?
ResponderEliminarGracias por tu comentario! Obrigado!