Al otro lado del Atlántico, en Costa Rica, pura vida es una expresión coloquial muy utilizada para manifestar lo bien que se encuentra uno y, sobre todo, la felicidad que aporta lo sencillo, lo natural. ‘Pura Vida’ es el arte de buen vivir con lo simple y para mí en el Algarve esa sensación está en Manta Rota. No hay día que no regrese de esta lugar con un sentimiento de felicidad, de relax, de disfrute; con el deseo inminente, antes de irme, de volver a esa playa espectacular y realmente bonita, en la que pasear y bañarte en las aguas traslúcidas, que se cuelan en la Ría Formosa, es el mayor, y a la vez, el más humilde de los lujos.
Manta Rota es una pequeña localidad de pescadores justo al lado de Vila Nova de Cacela y Cacela Velha. Un poblado de bajas casitas con dos playas, la de Lota, más recóndita, local y cercana a Altura, donde estaba hace años el punto de desembarco del pescado.
Manta Rota tiene además la comodidad de contar con amplia zona de aparcamientos. Uno de ellos gratuitos y otro de pago, donde en invierno se asienta un gran parque de caravanas y en el que en verano siempre hay plaza disponible.
Lo que más nos gusta nada más llegar a Manta Rota es entrar en su pequeño y pintoresco mercado junto a la playa. Y allí llenar las bolsas con fruta fresca, pan con chorizo e, irresistiblemente, galletas y dulces caseros, recién hechos.
Una pasarela central y dos más colindantes, que desembocan en la zona de la playa más populosa con varias concesiones de sombrillas, vigilancia y zona deportiva.
No conozco a nadie que no quede cautivado por el paseo desde la última pasarela hasta el inicio de la playa de Fábrica en Cacela Velha.
Cada vez que alguien nos visita, los hacemos recorrer este camino con la seguridad de que el pequeño esfuerzo de la caminata quedará recompensado con un paisaje único; con una playa que se abre, por un lado al mar, y por otro a la ría.
La última vez hicimos el recorrido con los titos, que comienzan a fijar en el Algarve su destino de veraneo. Y que, sin embargo, desconocían todavía aquel oasis natural, donde se gesta la Ría Formosa.
Mientras los niños se afanaban en llegar a la plataforma con toboganes ubicada ese año en el mar, seguí ejerciendo de cicerone con mi hermana, ahora hasta el este de una playa que con la llegada de la tarde se hacía todavía más extensa y bonita.
2 Comentarios
Gracias por tu generosidad al compartir tu experiencia con los demás.Iré a los sitios que recomiendas.
ResponderEliminarMoito obrigada
¡Manta Rota! Una de mis playas preferidas en Algarve.
ResponderEliminarGracias por tu comentario! Obrigado!