Los domingos, mercado junto a la ría



Si los sábados era tradición en esta región que los productores del campo desembarcaran en los aledaños de los grandes mercados para vender sus mercancías, ahora en el Algarve los mercados de productores empiezan también a extenderse a los domingos. Primero, fue Faro quien creó tendencia con su Mercado Agrícola en el Largo do Carmo y ahora sigue sus pasos Alvor, que ha instaurado este año su mercado dominical en un escenario espectacular, a la orilla misma de su gran ría, uno de los tesoros naturales de esta tierra.


La experiencia merece la pena, porque te brinda la oportunidad no sólo de comprar en las manos del mismo productor, sin intermediarios, sus artículos frescos y de temporada, sino además de disfrutar del paseo y del paisaje marinero del lugar. Algo auténtico.



La ría, esta gran laguna de agua, que separa y a la vez une Lagos, Mexilhoeira Grande y Alvor es uno de los espacios húmedos más importantes del Algarve después de la Ría Formosa y junto al Sapal de Castro Marim y Vila Real de Santo António. Integrada en la Red Natura 2000 es una gran reserva tanto de peces como de aves.



Lo puedes comprobar por ti mismo con un delicioso paseo por el sendero que comienza muy cerca del puerto de pescadores, donde se monta el mercado, y siguiendo la dirección a la playa.


Antes de llegar a la arena, hacia el oeste, un camino de unos 5 kilómetros recorre la zona de dunas conocida Ponta do Medio Grande, privilegiada para la observación de aves, continúa por la bonita playa de Alvor, tan solitaria en invierno y tan concurrida en verano.


El sendero culmina de nuevo en el puerto, donde a primera hora de la mañana del domingo, cuando la mayoría alargamos el sueño, muchos agricultores y artesanos de la zona del barlovento algarvio inician una jornada intensa de trabajo, que comienzan con la carga de los coches para bajar sus mercancías hasta la ría de Alvor.



Los aledaños de las casetas de madera donde los pescadores guardan los aperos de su labor, empiezan a llenarse desde minutos antes de las 8 de la mañana de coches que abren sus maleteros para ir montando delante de ellos sus tenderetes, conformando un curioso mercado frente al agua.


La calzada portuguesa se ve cubierta este día por puestos y cajas repletas de lustrosas frutas y verduras del tiempo, algunas poco habituales en nuestras cocinas, como el chuchú, ese tubérculo denominado ‘patata pobre’ y 'pimpinela de Madeira', que se usa para ensalada o para espesar los ricos purés algarvios, con la virtud de carecer de calorías y ofrecer muchos antioxidantes y vitamina C. Nosotros ya los tenemos en casa.


En el mercado encuentras fruta y verdura a muy buen precio y con los consejos culinarios incluidos de sus vendedores, que eso siempre es de agradecer. Es la ventaja del trato directo con quien realmente conoce el producto, sus virtudes y todos sus posibles usos. ¡La de recetas que hemos conocido nosotros en estos mercados!


En nuestro estreno en el mercadillo de Alvor nos topamos con un simpático vendedor de Silves, que nos descubrió la versión algarvia del dulce brasileño conocido como brigadeiro, y que según cuenta surgió en la campaña electoral a la República del brigadeiro Eduardo Gomes, El coqueto tenderete no sólo mostraba, bajo el mantel portugués, una bandeja de dulces recién hechos, sino que además ofrecía un delicioso dulce de limón, otra variante algarvia, ahora, de un receta inglesa, junto con piri piri casero y las ricas conservas de tomates cherry con aceite de oliva, con la que aliñamos pizzas y ensaladas.


Entre las mercancías sobresale también un amplio muestrario de plantas y flores para el cultivo, la casa o el jardín.


Una variada tipologías de las más ricas plantas aromáticas que, a juicio de mi madre, difícilmente se encuentran ya en los viveros.


Y, cómo no, en un buen mercadillo que se precie tampoco pueden faltan en sus puesto los frutos secos algarvios; el higo, la almendras o la algarroba, junto con los más suculentos pasteles caseros.


Pão de Lo, pan casero, bolachas (galletas), torta de laranja, esponjosos bizcochos, miel, entre otras muchas exquisiteces, hacen la competencia a un gran surtido de quesos en otro puesto cercano.


Los domingos por la mañana los pescados y moluscos del océano y la ría ceden el protagonismo a los frutos de la tierra. Los agricultores relevan a los pescadores y éstos descansan de sus tareas y aprovechan el día para la charla relajada, mientras algún que otro pulpo se va secando con la brisa marina.



Una mañana de domingo en Alvor es una experiencia fructífera, pintoresca y sumamente relajante, sobre todo si después del paseo y las compras, abres el apetito para un rico almuerzo con una cerveza frente a los pequeños barcos flotando sobre la ría. Alvor representa los sabores del mar, pero los domingos también recoge los sabores de la tierra.

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