En Olhão todo el mundo conoce a Filipe Martins; uno de sus más jóvenes e ilustres reposteros, el autor del bolo rei gigante o el pastelero al que el famoso cocinero Jamie Oliver dedicó un artículo en su revista con su receta de folar. Un cocinero de grandes retos en todos los sentidos y el autor de los bombones más ricos de todo el Algarve. La ciudad cubista cobija una de las referencias de la pastelería portuguesa: Kubiodoce, un lugar donde la boca se hace agua.
El repostero es el dueño de la pastelería Kubidoce, con una terraza frente a uno de los laterales de la iglesia matriz de Olhão, que cuenta también con una sucursal en la calle principal de Fuseta.
Él es el artífice del folar y el bolo rei gigante. Nada más y nada menos que 100 metros de ricos dulces.
Pero el arte de Filipe está especialmente en el chocolate, de su mano surgen deliciosos y bonitos bombones, joyas gastronómicas de esas que dan pena llevar a la boca. Este don culinario le valió en 2010 el premio en el Festival Internacional de Chocolate de Óbidos, donde presentó su bombón de piri-piri.
Las vitrinas de las pastelerías de Kubidoce están repletas de divertidos bombones con guiños algarvios. Creaciones rellenas de capirinha o ginja; chocolates aderezados con flor de sal, o canela crujiente; o acompañados de fresas, avellanas, pistachos o frambuesas.
El chef es un 'todo terreno' y un emprendedor constante en la actividad repostera y de su obrador salen los dulces más tradicionales de la región, pero con un toque distinto, con una pizca de imaginación y con el protagonismo de los ingredientes más genuinos del Algarve: la batata doce, el higo, la algarroba, la almendra, la flor de sal…
Es difícil no caer en las tentaciones golosas expuestas tras el cristal: suspiros de colores, macarons, guardanapos, dom rodrigos, salame, morgados, bolinhas, hojaldres, bollos…Bandejas de bollerías se mezclan con la repostería más fina y sofisticada y conviven también con llamativas tartas para grandes celebraciones.
Pero hay más, en verano Kubidoce se llena de helados caseros de frutas y muchos sabores, gracias a las técnicas aprendidas por su artífice en Italia; helados deliciosos como el de frambuesa o el de avellanas, que tanto celebran mis hijos.
Y, además, está el pan, ese pan artesanal, el papo seco que tanto se echa de menos por sus vecinos; que dura día, que cruje, que, pellizco tras pellizco, se acaba agotando antes de llegar a casa.
Es cierto que el Algarve está lleno de pequeñas pastelerías de las que es difícil salir defraudado, pero Filipe Martins ha dado un paso más implantando la sofisticación y la invención en sus pasteles y, sobre todo, sembrando la fiebre del chocolate en el sotavento algarvio.
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