Las playas de Quarteira




En el Algarve existen todavía playas donde el turismo convive estrechamente con la actividad pesquera; son esos enclaves con un especial sabor marinero, en los que, mientras tomas el sol, paseas o juegas en la arena, eres a la vez testigo del duro trasiego de los hombres de mar. Uno de estos lugares es Quarteira, una localidad con preciosas playas, que visitamos en uno de sus fiestas más especiales las del Petiscos do Pescador. 




No es Quarteira una localidad que hayamos frecuentado mucho, aunque sí sus preciosas y salvajes playas colindantes camino a Vale do Lobo, como la de Almargem o Loulé Velho, dos auténticos paraísos playeros que mi amiga Mayo y yo descubrimos y disfrutamos, como dos arriesgadas aventureras, con un largo paseo desde el parque acuático Aquashow



Definitivamente los altos toboganes no están hechos para nosotras, así que cambiamos la adrenalina por la naturaleza, por la tranquilidad y por la ‘saudades’ de dos de las playas más bonitas de la zona. 




Nuestra primera parada fue en Loulé Velho, cruzando una frondosa mata de pinares para encontrar a los pies una coqueta y exclusiva playa, anónima para muchos, en la que no vas a necesitar nada para estar a gusto y en la que se ubica un exclusivo restaurante y beach bar, Tempêrus.






Después de un baño y un descanso reparador para nuestros pies tras la larga caminata; continuamos nuestro sendero por la arena, atravesando la zona donde el río Almargem se acerca al mar sin llegar a tocarlo; una ribera que actúa de frontera entre las dos playas. 




La playa de Almargem, muy cercana al camping, es igual de bonita que la de Loulé Velho. Un paraje costero que parece estar alfombrado por un tapiz dorado y en el que puedes darte el lujo de tomar un coctel junto al mar, de disfrutar de un masaje respirando el aire marino o de comer embobada con el color del océano en restaurante beach bar BJ's Oceanside.



Tanto a Loulé Velho como a Almargem puedes llegar en coche desde la carretera EM 527 que sale desde Quarteira, recientemente renovada, y con accesos diferentes para ambas playas.


El pasado año Mayo y yo nos encaprichamos en continuar nuestra aventura exploradora por Quarteira y quisimos conocer uno de sus principales eventos festivos, las fiestas que se celebran con motivo del Día del Pescador, en la Praça do Mar, una plaza que se abre en el centro paseo marítimo de la localidad, en la parte donde todavía no es peatonal. Cuando los eventos algarvios llevan implícitos la posibilidad de disfrutar de un gran banquete, es fácil que todo el mundo se entusiasme por la excursión, como ocurrió aquel día.


Llegamos a nuestro destino a media tarde, dejamos el coche en los aparcamientos habilitados en el mismo paseo marítimo, junto a la playa, no muy lejos de la Loja (Lota), donde ahora comienza el nuevo Paseo de las Dunas, que une la localidad con el exclusivo puerto deportivo de Vilamoura, a la altura del hotel Crowne Plaza


Quarteira es una de esas playas familiares de Portugal; un enclave de numerosos apartamentos turísticos levantados junto a dos kilómetros de arenal, que pequeños espigones van dividiendo en parcelas, similares a calas. Una playa que bordea un amplio paseo marítimo repleto de tiendas, bares, cafeterías. Por fuera, en su aspecto Quarteria es turística, pero por dentro, en su esencia, su modo de vida, su gente, sigue manteniendo su vocación pesquera.


Legamos con la hora justa para ser testigo del acto más singular de la fiesta: la tradicional ‘lavada’ o el arte de arrastrar el pescado con redes hasta la orilla por parte de sus marineros, para atestiguar de esta manera la enorme riqueza de las aguas de su tierra.


De repente, aquella playa tranquila empezó a llenarse de gente, entre ellos nosotros, para ser testigo del esfuerzo con la que los pescadores sacaban las redes llenas de peces; un pescado que luego sería subastado.


La música nos atrajo al corazón de la fiesta en la Plaza del Mar, donde un gran escenario tapaba parte de la vista hacia el mar y multitud de puestos de ‘petiscos’ rodeaban todo el espacio entre largas bancadas.



Todo lo que se exponía era suculentos: guisos, fritos, arroces, alubias, mariscos y hasta apetitosos pasteles caseros.


En cuestión de minutos ya estábamos en la cola de los tickets para empezar aquella fiesta con una estupenda sangría, algunos, y otros con una cerveza bien fría para acompañar el primer petisco: unos estupendos chocos fritos.


En las ciudades pesqueras, siempre aciertas si vas a comer donde lo hace su gente y piden lo que comen ellos.


En Quarteria aciertas con los chocos a lagareiro, arroz lingueirão, la estupeta de bacalhau, salada de polo o ovos, massinha de peixe, las papas de berbigão…Platos con sabor a mar.



El homenaje que Quarteira le brinda cada año a sus pescadores por su ardua labor se traduce una expresión de alegría, de júbilo colectivo que aquella tarde también nos contagió a nosotros.


Desde aquel día ya sabemos que Quarteria merece una visita no sólo por sus hermosas playas, también por su rica gastronomía, por su ambiente y por su cordial gente, que te hace sentir uno más.

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