Monte Gordo ya no es lo que era, o empieza a no serlo. Desde hace años tenía la impresión que este lugar, con una de las playas más maravillosas del sur, se había ‘apolillado’, pero algo ha empezado a cambiar ya por aquí, y ahora se presenta muy interesante para el turista, con muchas novedades para sorprenderlo.
A la impactante reforma de su playa con una larga pasarela de madera sobre las dunas y elegantes restaurantes y terrazas frente al mar, se une también la renovación de su oferta hotelera con la apertura el pasado año del hotel Prime Energize con un concepto muy atrayente de bienestar para sus huéspedes.
Así nos lo pareció a nosotros a través de su web, así que nos fuimos a Monte Gordo a pasar el finde con las ganas de sol, de paseos, de relax, de esa calma que te impone el Algarve nada más pisar su territorio. Y todo eso, y más, lo encontramos en un hotel que fue gratamente más allá de lo esperado.
Un hotel elegante, lleno de detalles, que se levanta frente a esas encantadoras casas solariegas de veraneo del que fuera uno de los primeros destinos turísticos del Algarve, alejado del bullicio de las zonas comerciales de la localidad, pero a un paso de la playa y con balcones suspendidos sobre esa gran área de pinares que conforman la Mata de Vila Real de Santo António.
El concepto de Prime Energize hace honor a su nombre y te brinda energía. Para eso está su terraza espectacular con la piscina y el mar enfrente en lo más alto del edificio, para tragarte el sol y acercarte al cielo.
Y para eso están también los caprichos que ofrecen a sus clientes: las aguas aromatizadas, los productos de Rituals en el baño, la carta de almohadas, la música en directo en el restaurante o su programa especial de actividades físicas dentro y fuera del hotel.
La habitación doble era muy amplia, minimalista, cómoda y silenciosa, con una de esas confortables camas que no te hacen echar de menos la de casa y que te atrapan por la mañana para no dejarte salir.
Aquella tarde, después de una larga caminata por los pinares de Aldeia Nova y por la playa al caer el sol, decidimos esperar la llegada de la noche probando el gimnasio y el spa.
El spa es un espacio muy especial del hotel. Una zona con una atmósfera intimista y acogedora, donde se distribuye una piscina para nadar, un jacuzzi, baño turco, zona de contraste, sala de masajes, sauna y hamacas para cerrar los ojos y relajarte con el sonido del agua al caer y el dulce olor de los ambientadores entre las cómodas hamacas.
Nos gustó todo, también la oferta gastronómica de su restaurante, el Restaurante Fuel, abierto al público en general, con una carta sugerente y un ambiente muy chic.
Una sala abierta a la calle con grandes cristaleras donde el buffet del desayuno está salpicado de delicateses caseras y de alimentos energéticos para coger fuerzas y salir a gastarlas en esa preciosa playa de las gaviotas.
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