El Pan de Rogil y el hotel Alcatruz



Dentro de los muchos panes famosos que tiene Portugal está el de Rogil, el que se elabora de manera artesanal hace más de medio siglo en esta aldea entre Aljezur y Odexeice. Tanto es así que no hay portugués que pase por aquí y no pare en esta conocida panadería, a la que sus dueños, la familia Claro, han unido un hotel muy especial, el Alcatruz.


Había leído que uno de los senderos costeros más bonitas del mundo era el ‘Trilho de los Pescadores’, 125 kilómetros de la Rota Vicentina que unen Sagres y Porto Covo, ya en el Alentejo. No falta a la verdad esa afirmación, porque los paisajes desde esta azotea natural del Atlántico son cautivadores y sorprendentes.


Para comprobarlo planeé una escapada al final de verano, cuando ya el sol no aprieta tanto, una salida de dos días con el reto de recorrer el tramo del sendero que une Aljezur y Odexeice, 22,5 kilómetros, que parten del Mercado Municipal de Aljezur y llegan al centro de Odexeice, pasando por su playa, una de las maravillas de Portugal.


Como parada y fonda de nuestra aventura elegimos un lugar singular y con encanto: el hotel Alcatruz. Un establecimiento de dos estrellas, sencillo, sin aparente lujos, pero con abundantes detalles para sentirlo como algo muy especial.


En el hotel sobresale, por dentro y por fuera, la pulcritud del blanco, que sólo rompen viejas fotografías y frases evocadoras en sus paredes sobre la Costa Vicentina.


El hotel está especialmente concebido para personas que como nosotros van a recorrer la Ruta Vicentina y su descubrir sus rincones, ofreciendo para ellos cestas de pícnic para las caminatas, servios para guardar bicis, mapas o un espacio denominado Fitness Garden con un gimnasio al aire libre o para recibir un masaje reparador. 


En las habitaciones no hay ostentaciones, ni nada superfluo, sólo prima la comodidad de la cama y la utilidad de su mobiliario. Una simplicidad que contrasta con la cuidada decoración del salón, con su chimenea, que se convierte en punto de encuentro y convivencia de sus huéspedes y donde se sirven deliciosos  y suculentos desayunos con el pan de la casa.


Para ser honesta les diré que lo que me llevó a reservar este hotel fue el pan; su vinculación a la panadería Pão do Rogil. El hotel está en la calle de al lado, justo en frente del horno de pan, y pertenece a los mismos dueños, y yo quería pasar por aquella legendaria panadería que había ganado el Premio Cinco Estrelas Regiões, el que los portugueses conceden a lo mejor de su país.


Rogil tiene además una ubicación estratégica para recorrer este tramo del sendero, justo en medio de Aljezur y Odeceixe, atravesada por la carretera que une las dos localidades, y rodeada de un entorno natural maravilloso, en el que se esconde dos de esas playas fantásticas y desconocidas de la Costa Vicentina: las playas de Vale dos Homens y da Carriagem.


Si pasan por aquí, no duden en adentrarse con el coche por esos caminos de chinos y arena que parecen no llegar a ningún lado, pero que acaban desembocando en dos preciosas playas escondidas entre altos muros verdosos.


En esa aldea humilde que es Rogil, que parece no tener nada para el que la atraviesa en coche por la Nacional 120, están algunas de las vistas al Atlántico más maravillosas del continente y uno de los panes más ricos y auténticos de Portugal.


Precisamente, poco antes de llegar a Rogil está el molino donde se molía el trigo que luego llegaba en burro a los antiguos obradores. Fue uno de ellos el que compró la familia Claro a mitad de la década de los 60 y lo acabó convirtiendo en una referencia nacional por su pan de corteza tostada y una miga tremendamente esponjosa. 


Y ese pan sigue siendo el mismo de hoy, porque la receta ha pasado de generación a generación, aunque en los últimos tiempos la panadería se ha hecho famosa por el pan de la famosa batata doce de Aljezur y también el de algarroba. 


La panadería es hoy un moderno y elegante local, que incorpora una gran pastelería y la venta de muchas exquisiteces elaboradas aquí o llegadas de la zona. En su salón o en su terraza se puede desayunar, comer, merendar e incluso cenar comidas ligeras y caseras. 


En uno de sus laterales, los propietarios tienen un pequeño museo de la historia de la propia panadería, aunque queda pendiente para la próxima visita, porque aquellos días ya estaba cerrado. 


¡Mira qué es pequeño Rogil, no más de 1.200 personas viven aquí! Sin embargo, está lleno de sorpresas agradables, como el pequeño Museo da Batata Doce, con un restaurante y una tienda donde comprar y probar platos y dulces hechos con este tubérculo u otros productos regionales, como los famosos cacahuetes! 


El pueblo tiene además una sucursal de la famosa pizzería VIP, con masas de harina de algarroba, multicereales, maíz o espelta y rellenos muy originales, y el restaurante vegetariano Onda Natural. 


Las apariencias siempre engañan. No piensen en Rogil como un pueblo anodino de paso en una carretera, sino como un lugar repleto de gratas sorpresas que le harán volver. 

Booking.com

Publicar un comentario

0 Comentarios