Alcoutim, donde menos es más


Quienes hemos pasado nuestra infancia en el campo, jugando a tirar piedras al río, escondiéndonos en los maizales, haciendo cabañas bajo grandes naranjos, y atiborrándonos de azofaifos como si fueran caramelos, sabemos que esas sensaciones sencillas del mundo rural siempre traen felicidad. Acabamos de llegar de Alcoutim, han sido dos días intensos de convivencia por este paraíso de las tierras del Guadiana, y han vuelto esas emociones infantiles ¡qué poco cuesta aquí ser feliz!


Hoy voy a recurrir a la trillada frase del arquitecto Van der Rohe ‘menos es más’ para contarles como es este pequeño paraíso algarvio y cómo fue nuestra última aventura por aquí. Una sucesión de encuentros y de descubrimientos que comenzó con la invitación al Foro de Caminatas y Turismo de Naturaleza organizado por Odiana y la Cámara Municipal de Alcoutim, y que nos llevó de nuevo a ese Algarve que tanto nos gusta: el del campo y sus aldeas, el humilde y el tradicional, el que sabe sacar todo el jugo a la vida con tan poco, con tan solo sentarte al lado del Guadiana.


El Foro nos dejó claro, lo que comprobaríamos horas más tarde, que el mayor atractivo de esta zona algarvia es su paraje natural inmaculado, que atraviesa la Gran Ruta del Guadiana, un itinerario de 65 kilómetros en torno al curso del río, que te abre la puerta de entrada al Algarve más verde, a un territorio rural único, donde impera esa calma necesaria para desconectar del mundo y reconectar con nuestras raíces, con la esencia de la vida.


Para los que nos gusta descubrir el mundo caminando y apartado de los destinos bulliciosos, Alcoutim y toda la zona del Guadiana es un destino privilegiado y recurrente. Un territorio que integra 135 kilómetros de senderos para empezar o terminar el día caminando. Y de esta manera comenzamos nosotros nuestra aventura en Alcoutim, andando.


No hay nada mejor para bajar la comida que un aguardiente de madroño, irrenunciable si estás en el Algarve, y un gran paseo. Eso lo sabía Julio, nuestro anfitrión, así que, después de una rica cena en el restaurante O Rio y un vasito de aguardiente, nos guió por las callejuelas oscuras de Alcoutim entreteniéndonos con historias del contrabando y de las antiguas riadas hasta las afueras del pueblo.



Aquello empezaba a tener visos de algo inolvidable, y así fue. Pasamos por el puente de los cañaverales, bajo el que se esconde la paradisíaca playa fluvial del pueblo Pego do Fundo y su bar. Y fuimos saliendo del pueblo casi de puntillas para no romper ese silencio que impera en sus noches, alterado sólo por la competición del repique de los dos campanarios, el de la iglesia de Alcoutim, y el de la de Sanlúcar del Guadiana al otro lado del río y de la frontera.


Íbamos iluminando el camino con linternas, como se hace en los senderos nocturnos del Festival de Caminatas de Alcoutim en el mes de marzo, y llegamos hasta un mirador privilegiado del río, un cerro no muy lejos de antiguo castillo, donde nos esperaban una gran sorpresa: la observación de un cielo majestuosos plagado de estrellas, a las que nos pudimos acercar y casi tocar con la ayuda de la empresa Tour Estelar.


Nos fuimos a la cama emocionados. Siempre habíamos creído que la mejor vista de Alcoutim estaba de arriba para abajo, mirando hacia el espejo del río, pero ahora teníamos una perspectiva más, nueva y maravillosa, la de un techo oscuro salpicado de miles de puntos brillantes de estrellas y planetas. La noche fue tan mágica como el despertar junto a un río radiante por los primeros rayos del sol en el hotel Alcoutim, al que encontramos después de algunos años con una coqueta reforma de sus instalaciones, pero con el mismo encanto que siempre tuvo y un rico desayuno casero.


Desde allí partimos para hacer una visita guiada por la localidad, que empezó en lo más alto, en su castillo medieval. Una fortaleza muy bien conservada que recoge en su interior un museo arqueológico con los restos hallados en estas tierras desde el Neolítico, una exposición en la que se incluyen desde piezas de ajuar doméstico, hasta armas, preciosas cerámicas, ancianos cañones o curiosas municiones.


A parte del museo, el castillo tiene dos potentes atractivos: la panorámica que te brinda del río Guadiana con el pueblo español de Sanlúcar de Guadiana al frente, única e indescriptible; y su exposición de juegos de mesa islámico.


En una de las salas de la fortificación se exponen unos curiosos juegos de mesa encontrados en el recinto del viejo castillo de época islámica. Un hallazgo que, según aseguró Julio con su recurrente ironía, demuestra que Alcoutim albergó el primer casino del Algarve.


Desde el ‘castelo’ y hasta el río se va conformado la villa de pequeñas casas encaladas, presumidas chimeneas y flores por sus rincones; una fisonomía muy parecida a la ciudad vecina de Sanlúcar de Guadiana, separada por el río, pero unidas todo el día por las idas y venidas de los típicos barqueros; uno de los personajes carismáticos de la zona para el que se reclama una escultura que complete a la del pescador, la del guardia fiscal y la del contrabandista.


La vida de esta ciudad y la de su 'hermana' al otro lado del río, como la de otras muchas localidades del Guadiana, estuvo vinculada durante muchos años a la actividad del contrabando y precisamente para recordar a las nuevas generaciones lo que supuso aquella época, y para recordar las historias de esfuerzo, de superación, de traiciones y también de heroicidades se celebra del 27 al 29 de marzo el Festival del Contrabando, donde la gran atracción es un puente peatonal que esos días une más que nunca las dos orillas.



Precisamente junto a la estatua del contrabandista está el puerto de Alcoutim donde se cogen los barcos para surcar el río hacia Mértola o hacia Vila Real de Santo António. Nosotros subimos a una de las embarcaciones de Fun River para disfrutar de un instructivo paseo.


Pasamos por antiguas torres vigías del contrabando convertidas en preciosas residencias de forasteros, también frente al anciano y derruido puerto de cargadero de mineral de la Laja en la orilla española y, un poco más adelante, en el lado portugués, vimos esas formaciones rocosas que se conocen por aquí como la librería, por su similitud a grandes libros alineados.

Puerto la Laja desde el GR15

Poco después desembarcamos en la Ribera de Vascão, la frontera natural del Algarve y el Alentejo.


En este punto comenzó otro de los episodios de aquel día, el recorrido de la última fase de la Gran Ruta del Guadiana que se estrenará a principios del próximo año y que une Alcoutim con Vascão. Un camino de subidas y bajadas pegado a la orilla del río, que abrieron los pies de los contrabandistas, que continúan recorriendo los rebaños de cabras o las manadas de jabalíes, y que ahora se abre para el disfrute del senderista.


El trayecto tiene como centinelas a olivos e higueras centenarias, y está salpicado de madroños, de almendros, naranjos, algarrobos, y ese surtido de plantas aromáticas que en primavera hacen que todo territorio del Guadiana huela especialmente dulce. Fue un precioso paseo con muchas paradas obligadas para las fotos, para reponer fuerzas con higos y almendras, e incluso para aprender cómo aliñan por aquí las aceitunas.


La otra gran sorpresa que nos tenía preparada Júlio para este día estaba a 18 kilómetros de allí, en la aldea de Zambujal, a un paso de la de Vaqueiros, donde en marzo se celebra la Feria del Pan Caliente y Queso Fresco.


A esta pequeña población regresó hace unos años Rui Jerónimo que cambió el mundo de las finanzas para criar cerdos ibéricos en libertad junto a su hermano Manuel y elaborar extraordinarios embutidos que llevan la marca Feito no Zambujal. Una producción limitada que se vende muy rápido y en la que se incluye unos sabrosos jamones curados con la sal de Castro Marim y unos chorizos ahumados riquísimos, que según mi hijo han sido el mejor relleno del bocata del cole desde hace mucho tiempo.


Rui siempre está dispuesto a abrir las puertas de su casa al visitante, sólo hay que avisarlo. Aquel día nos adentró a todo el grupo en su cocina y nos sentó en una gran mesa, junto al alambique en el que hace su propio aguardiente y frente a los fogones donde su mujer preparaba un refrito de cerdo, recién cortado en la sala de despiece de al lado.


Fue un placer aquel almuerzo por las viandas y por la compañía. Saboreamos un surtido de embutidos excelentes, quesos de la zona, chorizo fresco cocido en miel, aceitunas y un guiso de garbanzos y calabaza, de esos que en Andalucía 'quitan el sentío'.


Luego llegó el xarém, la crema de harina de maíz típica del Algarve, y la carne tan rica de Zambujal con las batatas asadas.


El punto y final lo puso un postre casero hecho por la mujer de Rui, a la que tuvimos que pedir la receta. En esta zona del Algarve, como en casi toda la región, sus mujeres tienen la habilidad de confeccionar los dulces más ricos que hayas probado con los materiales más humildes, como el pan duro, los huevos o las almendras.


Brindamos con aguardiente casero de higo y madroño y subimos al autobús hacia nuestra última parada, la visita a la aldea Corte da Seda para encontrarnos una vez más con Nuno y sus cabras. Al pastor y a su hermana Daniela lo conocimos en el I Festival de Caminatas de Alcoutim, y ya son tres las veces que hemos venido a este pequeño poblado para volver a pasear con sus cabras.


En aquella ocasión el sol del otoño, que tanta prisa tiene por despedirse, nos jugó una mala pasada. La falta de luz ya sólo nos permitió ayudar a Nuno a llevar a dormir a sus cabras con un maravilloso crepúsculo rosado de fondo. Fue un final de cine para dos días de película en Alcoutim. Obrigada!

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2 Comentarios

  1. Yo también estoy enamorada de Portugal. Realmente la hemos descubierto hace poco. Me encanta leer tu blog y me está ayudando a descubrirla mejor...

    Por cierto, ¿podrías compartir la receta del postre pan duro, yemas, azúcar y almendras. Gracias!!

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    1. Muchas gracias Aná! Voy a pedir la receta a la mujer de Rui, que fue quien nos hizo ese postre tan delicioso!

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Gracias por tu comentario! Obrigado!