Chá, Chá, Chá, un local con pasión




Abrió sus puertas a mediados de este año y se ha convertido en uno de los lugares de moda de Olhão. Una antigua casa de ‘vida alegre’ es hoy uno de sus restaurantes más originales y auténticos de la ciudad por sus curiosas recetas, su ambiente y la simpatía de su servicio. Es Chá, Chá, Chá.

Teníamos un especial interés desde antes del verano por sentarnos a comer en Chá, Chá, Chá. Un restaurante ubicado en uno de los rincones más pintoresco del barrio de Barreta en Olhão, que se convirtió en el éxito gastronómico del verano en la ciudad cubista.


Lo diferente siempre llama la atención, por eso nos fijamos en Chá, Chá, Chá. Era una antigua casa redecorada con elegancia y estilo por dentro y por fuera; no había carta sólo un pequeño papel escrito a mano pinchado en la puerta y sobre las mesas; y sus propuestas eran algo distinto en la oferta de la gastronomía olhaense, aunque no despegadas de la identidad culinaria de esta ciudad.


Nos gustó todavía más el lugar cuando por la prensa algarvia conocimos el origen de aquel proyecto. Detrás del nuevo restaurante había una historia de sueños, de pasiones y de embrujo por el Algarve. Es la historia de su dueño, Kevin Gould, un inglés polifacético, vinculado desde pequeño por profesión y afición a la gastronomía, ex periodista del periódico The Guardian, y un enamorado más de Olhão, ciudad a la que llegó para escribir y en la que se ha quedado a vivir. Decisión que una entiende perfectamente.


Con pocas esperanzas, porque no teníamos reserva y porque siempre antes habíamos fracasado en nuestro intento de cenar aquí, llegamos un poco apurados antes del estreno del nuevo ciclo de Videlucem. La puerta conscientemente desconchada estaba cerrada y una gran cortina tapaba la luz del interior, dando la impresión de que el lugar estaba cerrado. Fue entonces cuando Kevin, percatándose de nuestra incertidumbre, salió a la puerta para invitarnos a entrar y acomodarnos en una las mesas de aquella coqueta sala.


Chá, Chá, Chá es un algo muy especial, un restaurante con identidad, con sensibilidad, cuyo atractivo sobrepasa lo culinario. No hay nada más que fijarse en su decoración, en las hierbas recién cortada, en la iluminación tenue con las velas, en los detalles de las mesas, o en la música del ambiente para darse cuenta que en este local está puesta la pasión de su dueño por la gastronomía y por Olhão.


Hay detalles aquí que te cautivan, como ese cuenco de cerámica con almendras del Algarve con el que te reciben o ese corazón de crochet que enrolla las servilletas sobre los manteles de cuadro.


La carta es un sencillo papel escrito a mano que cambia todos los días, dependiendo de la mercancía disponible en el Mercado de Olhão a escasos metros de allí. En cuanto a la oferta de vinos, aquí te lo ponen bien fácil, sólo puedes escoger un tinto, rosado o blanco de Herdade do Portocarro, una bodega de las tierras de Alcacer do Sal que se define como ‘la pasión por lo distinto’; por algo será la elegida.


El dueño supo encontrar como jefa de sala a una de las mujeres más simpáticas de la ciudad, pura alegría, y el eslabón perfecto del equipo para conectar al cliente con la filosofía del restaurante y para conseguir que aciertes con la elección de los platos.


Comenzamos la cena con un paté casero delicioso de aceituna para untar en ricas rebanadas de pan de algarroba, escondido en una talega muy parecida a las que nos enseñaban las monjas a hacer en el cole.


Luego llegó una ensalada de legumbres asadas de calabaza, batatas y berenjenas acompañadas de las sabrosas gambas de por aquí. Original y rica.


Sin lugar a duda, fue excepcional la versión propia del xarém, uno de los platos típicos de Olhão, presentado en forma de ‘tiborna’, unas tostadas con harina de maíz, cubiertas con tomate y pimientos.


No pudimos dejar de probar los enormes mejillones de la isla de Armona, siempre espectaculares, pero en esta ocasión algo más por el original acompañamiento: unas alubias guisadas con tomate de fondo y 'malagueta', que empapaban de sabor el caldo de los moluscos.


Y hubo más, quizá fue demasiado, pero todo era tan sugerente. El último plato fue un 'choquinho' asado sobre un caldo de calabaza, apto para hacer flotar barcos de pan.


Como había prisa por llegar al concierto, la sobremesa fue muy corta, terminamos compartiendo un ‘afogado’, helado de vainilla con café, pero nos quedamos con las ganas de probar algunos de sus sugerentes postres sin gluten. En el caso de Chá, Chá, Chá es cierto que la primera impresión es la que cuenta; fue como lo imaginamos, o quizá algo más, aquel día que lo encontramos en Olhão.

DATOS DE INTERÉS

-Esta ubicado en la Travessa do Gáibeu, 19 de Olhão, en una de las callejuelas del barrio de Barreta y en la Rota das Lendas. Abre de martes a domingo para almuerzos y cena. 

-Precio medio: Entre 20 y 25 euros por persona. Precio en efectivo.




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