Las Iglesias de Tavira: Iglesia de la Misericordia

               


Uno de los muchos atractivos de Tavira es su numeroso patrimonio religioso. En cualquiera de sus callejuelas o en sus aldeas más auténticas encuentras una iglesia, un convento, una ermita, una parroquia. Aunque no alcanza el nivel de Braga, la ‘Roma Portuguesa’, es sin duda una de las ciudades lusas con más templos, hasta 37, aunque para nuestra pena no todas pueden visitarse. De ellas, hay una realmente bonita, la Igreja da Misericordia: humilde por fuera y soberbia por dentro, una alhaja del Renacimiento que es considerada Monumento de Interés Público.



Dice el refranero que la esencia se guarda en frascos pequeños, algo así ocurre en Tavira. En una callejuela del centro histórico, subiendo las escaleras de la puerta de Don Manuel desde la Plaza de la República hacia el Palacio de la Galería y el castillo se esconde un pequeño templo en la Travessa da Fonte: la Iglesia de la Misericordia.


La edificación de mediados del siglo XVI tiene el título de ser la obra renacentista más importante del Algarve. Y puede presumir de compartir con el Monasterio de los Jerónimos de Lisoba a su padre constructor, el maestro André Pilarte.


Desde fuera la iglesia es deliciosamente sencilla y quizá esa mesura y simetría clásica de su pórtico la haga pasar desapercibida para quien no conozca su valor patrimonial, así al menos nos ocurrió a nosotros mismos en nuestras primeras visitas a Tavira. Sin embargo, quienes realmente saben de arte consideran que su fachada es un claro ejemplo pedagógico de cómo debe ser un portal renacentista: un arco de medio punto en torno a una gran puerta de madera y rodeado de un conjunto arquitectónico, en el que sobresale la imagen de la Senhora da Misericórdia, los santos Pedro y Pablo y los escudos del reino y la ciudad.


Cuando cruzas el umbral, la perspectiva sobre la iglesia cambia totalmente. En el interior, renovado con el paso de los años, sobresale la huella del barroco, presente en el retablo dorado de su altar y sus laterales, en los capiteles columnas y, sobre todo, en los 18 paneles de azulejos que cubren la mitad de las paredes, esas preciosas cerámicas de color azul y blanca, que nos recuerda que estamos en Portugal.




Las pinturas de los paneles reflejan escenas cotidianas del siglo XVIII, pero que hacen alusión a las obras de Misericordia: las espirituales (dar buen consejo, consolar al triste, perdonar las injurias, sufrir con paciencia…) y las corporales (dar de comer al hambriento, de beber al sediento, visitar a los enfermos…), la unión de ambas viene a través del buen pastor, que representa a Jesucristo.





La iglesia en sí ya justifica una visita a Tavira; no puedes marcharte de la ciudad sin verla. Y lo puedes hacer de lunes a sábado de 9 a 13 horas o de 14 a 17 horas, siendo su entrada libre para el público.








El coro, el techo, la balaustrada de hierro del altar, las imágenes de Nossa Senhora de Santa Isabel o de Nossa Senhora da Soledade…, todo forma un conjunto coqueto y armonioso, propicio para la oración y también para la cultura.







Dentro de la intensa actividad cultural que se desarrollo en Tavira, una de las iniciativas más interesantes que se realizan durante todo el año es el programa Música en las Iglesias, que organiza la Academia de Música de la ciudad. Un evento que se celebra los sábados a media tarde y que tiene como escenarios los templos más bellos de la ciudad como la Iglesia de la Misericordia




Créanme que, si una visita a esta iglesia no te deja indiferente, un concierto aquí se convierte en un momento inolvidable, como el que tuvimos la oportunidad de compartir con el cantante ayamontino de fados Juan Santamaria, que eligió tan hermoso lugar para presentar su último disco basado en los poemas de Santa Teresa, dentro del Festival de la Dieta Mediterrânica.


Los versos, las letras de Santa Teresa que hablan de amor, de vida, de muerte, de misticismo con el aliño desgarrador del fado no podían encontrar un lugar mejor que esta Iglesia para escucharse. El Algarve, siempre lleno de gratas sorpresas. 

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