Las catedrales del Madroño



El programa 365 Algarve nos vuelve a ofrecer un viaje muy especial por las destilerías del aguardiente de madroño, en esta ocasión centrado en la fermentación y la destilación del fruto. Un episodio más de la saga de Las catedrales del Madroño, que nos adentra en la zona de la Sierra de Monchique, a través de un texto teatral brillante sedimentado en el drama del fuego y en la tragedia amorosa de Filomena y Teodoro.

Se trata de un espectáculo único y adictivo, con una interpretación teatral magistral de sus actores guiados de la mano de Giacomo Scalisi y centrado en el ciclo de la producción del aguardiente de madroño.

Hay cosas mágicas que te pasan en el Algarve, una de ellas nos ocurrió en Monchique, la víspera da la inauguración de la Feira do Madronho, el oro rojo de esta sierra y uno de los frutos más genuinos y emblemáticos de esta región.


Aquella tarde de viernes subimos hasta lo más alto del Algarve para participar en el estreno del evento Las Catedrales del Madroño, organizado por la empresa de artes escénica Lavrar o Mar. El diccionario define ‘experiencia’ como el conocimiento de algo que se adquiere al haberlo realizado, vivido, sentido o sufrido una o más veces; pues aquello fue de verdad una experiencia.


Siempre había querido conocer esos míticos lugares donde, casi por arte de magia, nace el famoso aguardiente, pero nunca pude imaginar, ni fantaseando mucho, que fuera a conocerlos de aquella manera, a través de la historia de amor de Teodoro y Filomena, a lo Romeo y Julieta; o cenando en tres mesas diferentes improvisadas junto a las calderas de las destilerías, a la luz del fuego y de las velas con comensales desconocidos, a los que el madroño nos hizo compañeros de una inolvidable aventura.


El evento arrancaba a las 18.30 horas en el heliopuerto de Monchique, muy cerca del mercado, donde al día siguiente se inauguraba la Feira do Madronho. La entrada, que habíamos adquirido poco antes de que se agotaran por internet, se cambiaba por un pequeño vaso de aguardiente y el color de su fondo determinaba nuestra asignación a uno de los cuatro grupos de 20 personas.


Antes de subir cada grupo a su autobús nos esperaba el ‘padre’ de este espectáculo Giacomo Scalisi, para explicarnos la filosofía del evento y asignarnos un guía para aquel viaje de cerca de cuatro horas por las destilerías de Monchique.


Y allí estaba yo, viendo anochecer en la ventanilla de aquel viejo autobús, rodeada de desconocidos, recorriendo una estrecha carretera que nos llevó a una diminuta aldea, Povo do Baixo, y a la primera parada de la noche. Encima de una vieja valla de piedra, una excelente actriz, Rita Rodrigues, nos recibía y nos entusiasmaba con el comienzo de la historia de dos familias, los Monteiros y los Capotes, enfrentadas por el madroño y por el amor imposible de sus hijos.


Los avatares de la vida de Teodoro y de su amada se desenvolvían en el viejo almacén de una almazara, anexa a la destilería. En aquel pequeño cuarto donde el alambique transforma el fruto en alcohol, nos tomamos nuestro primer trago de licor, primero un pequeño sorbo para abrir la garganta y luego, el resto del vaso, del tirón.


El final trágico de la historia, el suicidio de la pareja, llegó mientras saboreábamos las entradas de nuestra cena en torno a una gran candela. Sobre viejas cajas de madera decoradas con tapetes coloridos de crochet, se posaban los platos con un rico chorizo al infierno, aceitunas y pan casero de la sierra, al que acompañaban vasos y vasos de aguardiente. Aquello era imprevisible y a la vez mágico.


Cogimos el segundo autobús, ya en noche cerrada, camino de nuestra segunda destilería y el plato principal de aquella particular cena. El siguiente escenario estaba perdido en medio del campo, con una vista colosal hacia la costa algarvia. En aquel almacén, entre mesas decoradas por velas, frente al alambique estaba la actriz Leonor Cabral, representando con su interpretación a todas las mujeres de esta sierra, que viven en la encrucijada de permanecer atrapada en los usos y costumbres de su tierra o huir de aquí. Mientras cenábamos un excelente cordero con más vasos de aguardiente de madroño, la actriz hacía un alegato feminista frente a la caldera de la destilería, una reivindicación al papel sacrificado de la mujer serrana.


El fin de fiesta, la última catedral, fue un maridaje entre dulces caseros y el aguardiente de una nueva destilería, en la que el actor João de Brito invocó con un precioso texto literario la vinculación del madroño y de su fermentación con la muerte y con la vida.


Si las catedrales son lo más significativo de muchas ciudades, en el caso de Monchique está claro que son sus destilerías, donde el fruto rojo y pecoso cogido en sus sierras se fermenta, se destila y se envasa; donde mágicamente se convierte en un aguardiente cristalino como el agua, en un elixir de vida y en una bebida milagrosa. Milagrosa porque aquella noche, los vasos y vasos de aguardientes no dejaron ninguna mella en nuestro estado, quizá tan solo consiguieron impulsar nuestra euforia por la suerte de participar en aquel viaje mágico por la esencia de la sierra algarvia, que repetimos al año siguiente en la aldea de Marmelete, en una noche maravillosa y especial de 'As facas longas'.


Y volvimos a repetir el pasado mes de noviembre cuando subimos a la preciosa Sierra de Monchique a 'apanhar' el fruto y a revivir el drama del fuego, del amor y del reproche entre los amantes y entre las familias. Toca ahora la destilación de esos frutos con un nueva entrega teatral de 'medronho', que esperamos que no sea la última; la saga no puede acabar. 


DATOS DE INTERÉS

-El evento lleva el nombre de Medronho, Fermentação e Destila y tiene una duración de 3 horas.

-El espectáculo tendrá lugar los días 7, 8 y 9 y 14, 15 y 16 de febrero, saliendo a las 19.30 horas, del Heliopuerto de Monchique. Para más información y comprar entradas tienes que pinchar aquí.

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