A Quinta, la esencia del Barrocal algarvio



Mira que he ido veces al Algarve, pero todavía me sigue sorprendiendo. Y lo sigue haciendo porque aquí encuentro lugares inesperados por su autenticidad, esa que se ha perdido en la mayor parte del mundo. Uno de esos hallazgos ha sido A Quinta, una vieja hacienda del siglo XVII convertida en lugar de celebraciones, que ofrece todos los domingos un día muy especial para descubrir la esencia del Barrocal algarvio.


Joséfina María de Mendonça heredó de su abuelo, su bisabuelo y tatarabuelo más que el apellido; heredó la finca agrícola de la familia del siglo XVIII. Un terreno de 18 hectáreas no muy lejos de la aldea de Santo Êstevão en Tavira, salpicado de almendros, higos, algarrobos y olivos centenarios.


Josefina podía haber dejado en el olvido aquella anciana hacienda repleta de las huellas y recuerdos de las diferentes generaciones que pasaron por ella. O haberse desprendido de una propiedad en la que todavía se mantenía en pie el antiguo lagar de aceite, la bodega, los establos o las dos eras.


Pero, prefirió dejar su trabajo de maestra de preescolar, y dedicar su vida y tiempo a salvar ese legado y con ello, a la vez, ese pasado nostálgico de su juventud y la memoria de estas tierras del corazón algarvio, dejando patente sus usos, sus costumbres, su idiosincracia.


Su labor ha sido casi heroica en estos años, pero sin duda hoy sabe que ha merecido la pena, que el esfuerzo se ve recompensado sólo con un paseo al caer la tarde por alguno de los senderos de la finca, desconectando del mundo con la caída del sol y los sonidos de los ‘habitantes’ de este entorno natural privilegiado.


Haciendo gala de su buen gusto, de mucho respeto por sus antepasados, y de esa habilidad que tienen las buenas maestras para los trabajos manuales y el reciclaje, la actual dueña ha integrado todos los recuerdos de su familia en las dependencias de la Quinta. Y ha convertido la propiedad en un parque temático sobre la vida rural del Barrocal y en un escenario muy especial para cualquier tipo de celebración, como bodas, bautizos, aniversarios, convivencia de empresas…


Durante el invierno y en algunas otras temporadas, la Quinta organiza actividades y comidas abiertas al público. Hasta el mes de marzo, desde las 11.00 a las 15.00 horas, celebra sus almuerzos de domingo, que reúne en cada sesión a hasta unos cuarenta participantes, y allá que fuimos...


Por el camino hacia la Quinta ya íbamos fascinados por la belleza del campo y de esas pintorescas haciendas que perviven en la zona de Estiramantens y Santo Êstevão, zonas agrícolas del interior de Tavira desde donde se alcanza la vista hasta el Atlántico.


Cuando entramos en la quinta, Josefina estaba en la vieja cocina, elaborando con los visitantes más peques las pizzas caseras. Mientras, fuera, junto al horno de leña, se encontraban los mayores esperando la salida de los primeros panes caseros que ellos mismos habían amasados minutos antes.


El concepto de la experiencia de los domingos es el de hacer partícipes a los comensales de la elaboración de parte de su propia comida, con las recetas antiguas que la anfitriona guarda de su madre y con esos utensilios tan auténticos de barro, corcho o metal. A nosotros nos tocó la tarea de dar forma a una de las masas, que acabaron convertidas en unas finos trozos de pan aderezados con aceite e hierbas aromáticas.


Y entre tarea y tarea, entre la cocina y el horno, picoteábamos altramuces y gajos de naranjas y pomelos junto a un rico té casero de hierbas aromáticas.


Mientras el horno terminaba su trabajo, aprovechamos para recorrer la finca, admirar los almendros en flor, las casitas sobre los grandes árboles, la tirolina, o los arcaicos algarrobos bajo cuya sombra vienen a jurarse amor muchos algarvios, con la ilusión de que sea tan longevo como su gran tronco retorcido.


Visitamos los animales, conocimos los burros, los patos, las cabras…


Y tomamos ese sol rico del invierno en esas coquetas zonas de descanso situadas estratégicamente por toda la finca.


La comida en sí empieza con los aperitivos que Josefina ubica bajo un cenador junto a un antiguo carro de labor. Un bufet para ir calmando el apetito, mientras en la cocina se le va dando el último toque a los platos del almuerzo. Una sangría y zumo natural de naranja acompañan a las aceitunas, los patés caseros, el pan con chorizo y las pizzas elaboradas entre todos.


En un precioso salón, con ventanal abierto a la granja, lleno de flores aromáticas y de recuerdos de la familia, las trabajadoras de la Quinta van poniendo la mesa cuidando con mucho mimo todos los detalles: la cubertería, el mantel, la vajilla, las copas, los adornos…


Nuestra última tarea antes de sentarnos a la mesa fue la elaboración de un bolo de batata doce. Siguiendo los pasos que iba marcando Josefina con la receta de su viejo libro, fuimos mezclando en un lebrillo las batatas cocidas, los huevos, el azúcar, la ralladura de coco, un poco de harina de algarroba y zumo de naranja.


El bolo de batata y el bolo Rainha, que habían hecho los pequeños, se terminaban en el horno y todos pasamos al salón a comer. Una comida que arrancó con un rico xarém de coquinas, uno de los platos emblemáticos del Algarve.


Llegó después un suculento cocido, una gran bandeja para los dos, al que hacía una perfecta compañía el vino de Tôr y ese pan para la pringá, que habíamos amasado horas antes.


Y nos dimos cuenta de nuestras buenas manos reposteras cuando le tocó el turno a los postres y saboreamos aquel rico bolo de batata con un café y un aguardiente de la casa, como manda la tradición de estas tierras.


No quedó más remedio, después de aquel banquete, que dar un nuevo paseo por la finca para bajar la comida, antes de despedirnos con Josefina y compartir con ella algunas bonitas anécdotas de su familia y entrañables recuerdos de su infancia, la que revive cada domingo con sus invitados en los almuerzos de su Quinta.

DATOS DE INTERÉS

-A Quinta posee diferentes espacios interiores y exteriores para la celebración de cualquier tipo de evento y cuenta con la colaboración de un servicio de catering para los mismos. Dispone de senderos interpretativos por la hacienda, uno de ellos señalizados especialmente para juegos de niños.

-De enero a marzo ofrece todos los domingos almuerzos y actividades de 11.00 a 15.00 horas en la Quinta, por un precio de 17,5 para adultos y 10 euros para los niños. El precio incluye los talleres, los aperitivos antes de la comida, un almuerzo integrado por entradas locales en el jardín, xarém con coquinas y cocido portuguesa, vino, agua, sangría y zumos naturales, postres, café y aguardiente. Las reservas para almorzar se pueden hacer hasta el sábado antes, a través de mensaje por facebook o bien en el teléfono +351 969 761 757

-La Quinta está situada a las afueras de Santo Estevao. Para llegar a ella hay que coger la carretera que sale de la N-125, junto al Pingo Doce, continuar hasta entrada de Santo Êstevão, donde ya aparecen carteles hacia la Quinta  GPS N 37º 7,687' W 007º 44,564'



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2 Comentarios

  1. Muchas gracias por su amable informe.
    ¿No tienes planes para el domingo? Ven a almorzar A Quinta.
    Suscripciones hasta el sábado (teléfono oo351969761757).
    Te estaremos esperando.

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  2. Estoy ahora mismo en un cumpleaños en el sitio. El lugar es espectacular, y hemos comido muy bien. Y la tarta mas increíble que he visto nunca. Que pena que no pueda poner foto.

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