Paseo por Olhão, ciudad de historia, sabor y luz



Olhão no es solo una ciudad de leyendas es también una ciudad ‘de historias’, de esas con las que se escriben las crónicas de los pueblos. La ciudad conocida como cubista por sus casas en forma de cubo tuvo un importante papel en el devenir histórico de Portugal, propiciado por su levantamiento contra la invasión francesa, una resistencia con la que el antiguo asentamiento de pescadores alcanzó la emancipación como ciudad. Olhão en cierta manera es la Cádiz lusa, un protagonismo histórico que se recuerda en sus calles, en su puerto y en sus principales monumentos.

¿Qué ver en Olhão? Os invitamos a pasear por el presente y pasado de una de las poblaciones más auténticas del sur de Portugal; a conocer los rincones de una villa desconocida para muchos, con una luz especial, que sabe y huele a mar. ¿Me sigues?


Durante años nuestro punto de llegada a Olhão era su afamado mercado. Esas dos construcciones emblemáticas de color rojizo con sus cúpulas verdes a la orilla misma de la ría, flanqueadas por el jardín que lleva el nombre de uno sus hombres de mar más valientes y arriesgados, el patrón Joaquim Lopes, y por el jardín de los Pescadores, que acoge el kiosco de la música donde se celebran los principales eventos de esta ciudad, entre ellos el Festival del Marisco a mitad de agosto.


Aquí está también el embarcadero donde se cogen los barcos para las ‘islas caribeñas’ de la Ría Formosa: Armona, Culatra y Farol. Las islas son pequeñas islotes preciosos de arena flotando en medio de la Ría Formosa y el océano, quizá uno de los lugares más especiales de toda la región. Por eso el muelle vive todo el año, pero especialmente en verano, un continuo trasiego de turistas subiendo y bajando a los barcos que les llevan a pasar un día adorable en las islas.


Ahora nuestra ruta ha cambiado y preferimos entrar a la ciudad por la N-125 hasta que nos topamos en unas de las primeras rotondas con un gran cubo. No pienses que la escultura obedece a un capricho artístico del autor, se trata del símbolo con el que se conoce a esta población en su país: la ciudad cubista.


Nada tiene que ver el nombre con el movimiento artístico de principios del siglo XX, sino con la forma de las casas del barrio de pescadores de Barreta, construcciones realizadas en forma de cubo, donde se prescindieron, por mera utilidad, de los tejados de cuatro aguas de las localidades vecinas de Tavira o Faro, optando por coronar sus viviendas con azoteas y minaretes para secar el pescado, los frutos secos y, cómo no, vigilar su mar y la llegada y salida de sus barcos. Una tipología arquitectónica muy similar al de algunas ciudades árabes y por la que el periodista algarvio Roberto Nobre la bautizó como la ciudad cubista.


Desde la rotonda del cubo tomamos la salida por la Avenida Dr. Bernardino de Sousa para cruzar la vía del tren por un túnel y desembocar a la Avenida de la República.


Un largo bulevar comercial con bonitas huellas del pasado en sus comercios y en los frisos coloridos de las grandes mansiones que se construyeron con el boom de la industria conservera en la primera mitad del siglo XX. Una de ellas, el número 14, alberga hoy la Asociación República Re-Criativa, una entidad tan especial como su edificio, donde se celebran talleres, conciertos, actividades de divulgación cultural y también de promoción turística, con un bar encantador para picotear.


En la Avenida de la República es fácil aparcar y comenzar a pie la ruta por el centro de Olhão, un laberinto de calles, donde perderse es lo mejor que te puede ocurrir, para acabar tropezando en cualquier esquina o rincón con un taller de arte, una vieja mercearia o peluquería, una golosa panadería o una sugerente taberna con su asador particular en la calle, aromatizando el barrio con las sardinas o el pollo a la barbacoa.


No pierdas detalles en el paseo por esas estrechas calles de antiguas mansiones. Elegantes casas que disparan la fantasía y nos hacen imaginar historias apasionantes de otros tiempos tras las cortinas de sus grandes y viejos ventanales.


Lugares abandonados conquistados ahora por un turismo extranjero exclusivo, que ha llevado la reforma de estas ancianas casas a las portadas de las revistas de decoración de todo el mundo, como la Casa Fuzetta, en la travessa Heliodoro Salgado, convirtiéndolas en elegantes guesthouse. Precisamente otra de las características más atractivas de la ciudad en estos momentos es su particular oferta de alojamiento para el turismo, en la que incluye también el único hotel de cinco estrellas del sotavento algarvio, el Real Marina Spa.


La puerta de entrada al centro desde la Avenida de la República la pone uno de los monumentos más significativos y bonitos de la ciudad: la Capela de Nosso Senhor dos Aflitos. Uno de los mayores templos de culto de la región, sobre todo para los pescadores.


La capilla es realmente curiosa, con dos tejados laterales de cuatro aguas y ventanas, una gran balconada hacia la avenida y, lo más significativo, una preciosa imagen de azulejos de Jesús crucificado bajo un reloj y una cruz en la cima, donde nunca falta una cigüeña vigilante. Desde fuera, asomándote por los barrotes puedes ver la capilla cubierta de azulejos siempre iluminada por velas.


Justo a la espalda de la capilla está la Praça da Restauração, presidida en el centro por el monumento que recuerda que Olhão albergó la primera rebelión en Portugal contra la invasión francesa, el 16 de junio de 1808, una hazaña por la que fue nombrada Villa de Olhão da Restauração. La fecha ha quedado instaurada como el Día de la Ciudad.


El edificio más emblemático de esta plaza es la Iglesia Matriz de Olhão, la de Nossa Senhora do Rosário. Aquí “a costa de los hombres de mar”, como se lee en el edificio, se empezó a construir en 1698 el segundo edificio de piedra de esta ciudad, el primero fue la Igreja de Nossa Senhora da Soledade, una calle más abajo. La iglesia matriz parece desde fuera un edificio civil, si no fuera por su campanario lateral. Sin embargo, detrás de una fachada elegante con 6 ventanas rematadas por un coqueto friso, se esconde un suntuoso templo con seis capillas en el que llama la atención su barroco retablo central.


Frente a la iglesia, también en la plaza está el edificio de Compromiso Marítimo, con una diminuta capilla en su fachada de la Senhora da Graça. Hoy es la sede del Museo Municipal y en el interior puedes ver varias exposiciones sobre la historia y esencia de la ciudad. Se pude visitar de manera gratuita de martes a sábados de 10 a 12.30 y de 14 a 17.30 horas.


Detrás de los tejados de cuatro aguas de Compromiso Marítimo se vislumbra la cúpula de una bonita capilla en su parte trasera, el templo y edificio más antiguo de la ciudad, el de Nossa Senhora da Soledade, el que eligen los creyentes de la ciudad para sus ritos fúnebres.


Saliendo de la iglesia, en la calle Capitão João Carlos Mendoça, está una de mis tiendas favoritas, '4elements'. Una tienda con un taller al fondo , que recopila toda artesanía local y de la que nacen artículos de decoración con personalidad única. Es casi imposible salir de allí sin nada.


Un poco más abajo, cerca del edificio Paço do Concelho, que alberga la sede de la Cámara municipal, está la tienda gourmet Há Lá, un compendio de los productos más exquisitos y emblemáticos del Algarve y Portugal, que hace además un guiño a la creación artística. Justo en la esquina, girando hacia la derecha, en la rua Teófilo Braga te adentras en el barrio de Barreta, un enredo de calles estrechas, con típicos y enigmáticos rincones y casas que se reconvierten en hostels, tiendas o galerías de arte y decoración.


En la rua Teófilo Braga, pasando el castizo asador Frango da Cidade, está la taberna Bioco, que ha recurrido al nombre de uno de los elementos más emblemáticos de la ciudad, una curiosa prenda de vestir femenina, una capa oscura con gorro que empezó a usarse por las mujeres a mediados del siglo XVII, y que quedó prohibida por el gobernador del Algarve a finales del siglo XIX. Sin embargo, las mujeres olhaenses hicieron caso omiso a la prohibición y se continuó usando. Hoy se vende en reconvertida en una prenda de diseño.


La capa va unida, como casi todo en esta ciudad, a los misterios. Olhão, como nos recuerda otra carismática taberna Tapas e Lendas, vive unida a las leyendas. 


Hacia la izquierda, por la rua Teófilo Braga, nada más pasar la sede de la Cámara, ya huele rico, bien rico. Detrás de un gran cristal, se hornean panes, bollos, pan con chorizo..., en la Padaria Algarvia, el panorama desde fuera mismo es tan suculento, que es fácil caer en la tentación de entrar incluso a 'deshoras'.


Nada más salir de la rua Teófilo Braga, en la Praça Joaquim Lopes, ya no espera 'Floripes', el emblema de las leyendas. En este punto puedes comenzar una ruta que te llevará por los barrios de Barreta al oeste y Levante al este, siguiendo las huellas de míticas y fantásticas historias. (Ruta de Leyendas).


Desde esta plaza se divisa, frente al bonito edificio de la Alfândega de 1842, los dos edificios del Mercado municipal junto a la ría, en la Avenida 5 de Outubro.


El mercado de Olhão de 1917 es santo y seña de esta ciudad. Tienes dos edificios, uno para la fruta y verdura y otro especialmente para el pescado, piezas espectaculares recién capturadas en el océano.


Te puedes perder muchas cosas de Olhão, pero no su mercado, sobre todo un sábado por la mañana, cuando los productores invaden la zona colindante a la ría con los frutos de sus huertos. Es el momento más álgido del acontecer de esta ciudad.


Paralela la ría y a sus jardines, que se preparan para un cambio de su fisonomía, se extiende la Avenida 5 de Outubro, salpicada de restaurantes y cocederos de mariscos. Una avenida que bien podría bautizarse como la del 'hambre', por su amplia e interesante oferta gastronómica, donde es difícil comer mal en restaurantes tan famosos por la zona como Ria Formosa, Kinkas, Pitéu, Lagar Mar, Prazeres o el restaurante O Horta, donde puedes probar unos de las mejores recetas de Xarém con almejas o coquinas, uno de los platos típicos de la ciudad, una sabrosa crema a base de harina de maíz con sabor a mar.


Sin duda alguna, una de las mejores cosas que puedes hacer en esta ciudad es sentarse a comer y disfrutar de una excelente gastronomía, donde el marisco es el rey de los guisos y de los platos.


Recorriendo los barrios de Barreta, el de los pescadores; y deLevante, el de los artesanos e industriales, empiezas a percibir también que Olhão es una ciudad de tabernas y tascas, antiguos espacios de convivencia y chascarillos de los hombres de mar de esta ciudad.


Lugares que han vuelto a ponerse de moda con una interesante oferta de 'petiscos' gourmet, que reinventan el recetarios tradicional. Junto a la Taberna Bioco, Tapas y Lendas o la mítica y genuina Sete Estrelas, está la Tasca Galo, Gosto Disto, Chá Chá Chá o Petiscaria.


Otra faceta de la identidad de Olhão es la industria conservera. Esta ciudad vivió desde finales del siglo XIX un despegue económico y social gracias al auge de la industria conservera de sardinas. Hoy sólo sobreviven dos empresas en la ciudad, una de ellas es Conserveria do Sul, la productora de la famosa marca 'Manná', 'Manná Gourmet', ''Good Boy' y 'Júpiter', que tiene frente al puerto, en la Avenida 5 de Outubro, un pequeño museo en el que puedes conocer su historia, probar sus más de 30 tipos de conservas, y, por supuesto, comprar.


Deja hueco en la maleta para echar un folar, el dulce típico de Olhão, una especie de bizcocho enrollado en capas recubiertas de azúcar tostada y miel, propio de la Pascua, pero que por aquí se come todo el año.  El dulce ha sido considerado, por votación popular, una de las 7 Maravillas de los Dulces de Portugal. Los puedes comprar en el mercado, en las pastelerías de la ciudad, como Kubidoce, aunque el más famoso y realmente rico es el de João Mendes&Rita, con fama fuera de sus fronteras.


Termina tu visita a Olhão con una perspectiva de la ciudad desde la Ría a bordo de un barco. En el puerto, frente al hotel Real Marina Spa, encuentras varias opciones para embarcarte en un dulce, divertido o lujos paseo, como los que realiza la empresa Saltsea.


Para despedirte de la ciudad, acércate a conocer una réplica del Caique Bom Sucesso, con una caipirinha en el bar más animado de la ciudad, el Cantaloupe, en la trasera del Mercado. Disfruta de la serenidad de la ría sobre la que flota el barco con el que, después de ganar a los franceses, diecisietes navegantes de esta ciudad viajaron a Brasil para informar al rey regente D. João de la victoria. Una hazaña marítima para su tiempo ligada a la historia gesta olhanense, que nos recuerda que Olhão es una ciudad con y de historias.

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